Cualquier padre sabe lo que cuesta mantener económicamente a un hijo en la sociedad actual. El gasto en pañales, trajecitos y modos diversos de transporte cuando son bebés deja paso a los juguetes, ropitas, bicicletas, yogures, caprichos…la lista es casi interminable. En los últimos años se han añadido los productos digitales que, además de servir como entretenimiento, ya forman parte del aprendizaje habitual para muchos niños.
A menudo me encuentro con padres que deciden no gastar absolutamente nada en aplicaciones infantiles de tableta o smartphone y que sus hijos utilicen únicamente las que sean gratuitas o las que dispongan de versiones de prueba. No seré yo quien reproche esa actitud pero creo que el gasto, comedido, en aplicaciones de calidad es algo a lo que no podemos dar la espalda actualmente.
De igual forma que cuando compramos un cuento o un libro buscamos un producto de calidad, que esté bien escrito y que tanto la historia como las ilustraciones sean atractivas y adaptadas a su edad, deberíamos hacer lo mismo cuando dotamos de contenido un producto vacío como es una tableta para que lo usen nuestros hijos.
En general el precio de las apps infantiles es bastante razonable si lo comparamos por un lado con un sinfín de productos que compramos a nuestros hijos y que apenas les aportan ningún valor, y por otro por lo que supone el desarrollo de una aplicación.
Un ejemplo: ABCKit for 5, una app para que niños de hasta 6 años aprendan y jueguen con las palabras cuesta 2,69 €, menos que un Happy Meal o un Diver King.
Es verdad que a veces compramos apps que los niños apenas utilizan o que juegan durante unos minutos y se olvidan de ellas y por eso algunos padres deciden pasarse al lado de las apps gratuitas. Ese comportamiento no tiene nada de nuevo, si echamos un vistazo a los cuentos o a los juguetes que tienen en su habitación veremos más de un «one hit wonder» o artículo de una sola tarde.
Otra componente a tener en cuenta es la cultura, muy implantada en la sociedad española, de la gratuidad en los productos digitales. La idea de no pagar por películas, música, libros o apps es uno de los problemas a los que se enfrenta la industria tecnológico-cultural a la hora de monetizar sus productos. Es verdad que hay fantásticas apps gratuitas las cuales reciben ingresos por otras vías como la venta de merchandising o las «compras in app» pero es importante informarse bien antes de poner en manos de nuestros hijos una app sea de pago o gratuita.
Es un debati interesante, al igual que lo es el precio del alquiler de películas online o de las retransmisiones deportivas.
¿Qué precio es el que los usuarios consideramos justo para adquirir un contenido digital (ya sea en forma de app o una licencia temporal de uso), y que por lo tanto evite que se produzca el problema de la piratería?
Para mí una app, cuando me la recomiendan, no me parece que tenga un precio excesivo cuando el coste son dos o tres euros. Como bien dices, mis hijas pasarán horas jugando o aprendiendo con ellas, así que el coste me parece totalmente insignificante.
El problema viene cuando hablamos de apps de las que no tenemos referencias, y que por muy importante que sea la marca que tienen por detrás puede resultar un absoluto fiasco.
Una buena idea sería habilitar un modelo de descarga temporal para poder probar la app y, si te interesa, comprarla.
Coincido en lo que dice el autor y hay que aprender a valorar el trabajo de aquellas personas que generan contenidos digitales, y que por el simple hecho de hacerlo tienen todo el derecho del mundo a comer de él.
Antes he realizado un comentario pero parece que no ha quedado guardas, pero me ha permitido ver el comentario de Javier Gómez.
Estoy de acuerdo con él. Por un lado tenemos el precio de las Apps, que no suele ser muy caro comparado con otras gastos habituales, y por otro lado esta especie de fama de piratería o de quererlo todo gratis.
A mí no me importa gastarme el dinero en Apps para mi hijo si veo que le son de utilidad y que le gusta (por eso estoy de acuerdo con Javier en lo de probarlas con versiones Lite o que presentan algunos niveles activos y que luego se completan mediante compras dentro de la aplicación).
A modo de ejemplo, las últimas dos aplicaciones que le he comprado han sido BareFoot Atlas del Mundo (para que repase geografía) y Mathbit (para que repase las matemáticas que ha dado este curso).
También hay que tener en cuenta que muchas veces gastamos en mucho más en apps de juegos que luego te venden mas monedas, más vidas, más de todo, pero no en apps educativas.
Por último, coincido con lo de dar de que las personas que generan contenidos digitales puedan ganarse la vida con ello (imaginad si la gente usara coches sin comprarlos, o comiera en un restaurante sin pagar…).
Antes de comentar, quiero decir que somos un pequeño estudio de desarrolladores indie y nos dedicamos, principalmente, a la creación de apps y juegos educativos para niños.
La gran mayoría de nuestros juegos y apps son gratuitas ya que sin una inversión fuerte en publicidad, que no podemos afrontar, prácticamente nadie se descarga una app o un juego pagando ni siquiera 1 euro. Al menos en Android, que de momento es donde desarrollamos.
Pondremos un ejemplo con uno de nuestros juegos de puzzles: «Puzzles de animales para niños» (http://bit.ly/1nJHyEU) Este juego tiene muy buenas valoraciones, 40 puzzles distintos, más de 663.000 descargas y a los niños les encanta. Muchas quejas de las opiniones se deben a que existe publicidad. Por ello tenemos exactamente el mismo juego sin publicidad a 1,15€ (http://bit.ly/1FfOaE4)
¿Saben cuántas descargas hay del juego de pago? 253
Los padres no dudan en montar a sus hijos en ese cochecito del centro comercial, que se mueve y tiene sonido, que dura 2 minutos y cuesta 1€. Pero no quieren gastarse lo mismo para un juego educativo que los niños disfrutarán durante muchos meses o años. Y lo que es peor aún, se quejan de la publicidad en los juegos… Y ¿de qué vivimos entonces?